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Mis galletas de navidad decoraron nuestro árbol por primera vez. Su colorido y aroma de vainilla me alegraron las fiestas. Cada vez que entraba al salón desviaba la mirada hacia el árbol y allí estaban, recordandome lo que disfruté haciendolas. Debían estar ricas, porque nuestra mascota, el conejo Mushu, se escapó de su casa una noche y un hombrecito de galleta apareció sin las dos piernas.