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Mis galletas de navidad decoraron nuestro árbol por primera vez. Su colorido y aroma de vainilla me alegraron las fiestas. Cada vez que entraba al salón desviaba la mirada hacia el árbol y allí estaban, recordandome lo que disfruté haciendolas. Debían estar ricas, porque nuestra mascota, el conejo Mushu, se escapó de su casa una noche y un hombrecito de galleta apareció sin las dos piernas.
4 comentarios:
Una delicadeza de trabajos, muy creativos y una simpática historia
Son preciosas! Más de uno le pegaría un bocado navideño mmhh!
una idea muy original
y además no hay que guardar las bolas de un año para otro. se ahorra espacio!!
son muy bonitas
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